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La nieve y la protección solar

Hola, nuevamente.

Aunque ha tardado, parece que ya ha llegado el frío y con él llegará la nieve. Los amantes de la nieve estarán deseando que las pistas se cubran y poder bajarlas sintiendo el aire en la cara. Botas, pantalones, abrigos, etc. saldrán del armario donde han estado guardados durante un año para volver a ser usados y disfrutados.

Hoy en este blog de Audioptica os queremos hablar de la importancia que tienen otros elementos de los que usamos para esquiar y a los que, a lo mejor, no les damos la importancia que tienen.

En los deportes de montaña hay que tener especial cuidado con las radiaciones solares, ya que estas son especialmente dañinas como consecuencia de la altitud. Los daños que puede causar el sol aumentan un 15% con cada  1.000 metros de altura que subamos. El 80% de los rayos ultravioletas son reflejados por la nieve, por lo que tenemos que ser muy cuidadosos frente al sol cuando practicamos deportes de montaña.

La luz procedente del sol contiene tres tipos de rayos o radiaciones: rayos ultravioleta, rayos visibles y rayos infrarrojos. Los rayos ultravioleta son los que atacan a la piel, provocando quemaduras y alteraciones en las estructuras celulares, que pueden derivar en un cáncer de piel. Además, aceleran el envejecimiento de la piel produciendo daños a largo plazo al destruir el colágeno y las fibras elásticas localizadas bajo la dermis.

La práctica del esquí aumenta los efectos dañinos del sol. El poder de los rayos ultravioletas se ve aumentado con la altitud, ya que existe menos atmósfera para absorber las radiaciones solares.

Las bajas temperaturas también favorecen la aparición de quemaduras, ya que el frío reseca la piel, haciéndola más sensible a las agresiones solares. Es necesario utilizar cremas de protección solar siempre que se practiquen deportes de montaña. De esta forma se evita la aparición de enrojecimientos en la piel (eritemas solares) que pueden convertirse en quemaduras. Los expertos recomiendan utilizar cremas con un factor de protección superior a 15, mayor incluso que el que se emplea en las playas. Se estima que una semana de esquí en la montaña equivale a tres meses de playa en invierno.

La protección solar debe extender también a los labios. Hay que tener especial cuidado si se ha padecido un herpes labial en los días antes de practicar el esquí, toda vez que la radiación del sol puede reactivar estas patologías.

Fotoftalmía
Los efectos nocivos de los rayos de sol también afectan a los ojos. La fotoftalmia, un tipo de conjuntivitis, puede aparecer entre esquiadores que no se han protegido adecuadamente. Sus síntomas suelen observarse tras cuatro o seis horas de exposición a la luz solar, y suelen ser lagrimeo, enrojecimiento del ojo y sensación de cuerpos extraños.

La fotoftalmía se puede prevenir con la utilización de gafas con filtros para la radiación ultravioleta. También se recomienda que las gafas dispongan de protecciones laterales que eviten la entrada de frío y viento, ya que éstos pueden ser agentes analgésicos que dificulten la percepción de los síntomas por parte del esquiador. En caso de que se produzca la fotoftalmía, se recomienda tapar el ojo con compresas frías, usar colirios y si el especialista lo prescribe, antibióticos, analgésicos o cicatrizantes.

Y por supuesto, la mejor forma de prevenir la fotoftalmia es ir a los expertos en visión para que nos aconsejen cuales son las mejores gafas y, sobre todo, los mejores cristales para proteger nuestros ojos del sol.

En el Grupo Audioptica contamos con un equipo de profesionales que os aconsejarán sobre las mejores gafas de sol (graduadas o no) para vuestra estancia en la nieve. No dudéis en pasaros por cualquiera de nuestros centros y preguntar.

Hasta la próxima.

Fuentes: Marca.com, glamour.com, O.Kennedy, mypinkadvisor.com


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